domingo, 12 de abril de 2020

JESÚS, EL RESUCITADO


MENSAJES DE SEMANA SANTA
DOMINGO DE RESURRECCIÓN (7)




“36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. / 37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.  / 38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?  / 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.  / 40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.  / 41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?  / 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.  / 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” (San Lucas 24:36-49)


D
os discípulos habían ido a Emaús, una aldea a 11 kilómetros de Jerusalén. Estaban muy inquietos por lo que se decía que Jesús había resucitado y conversaban de estas cosas en el camino, cuando el mismo Jesús les acompañó sin darse a conocer como tal. Ellos no le reconocieron pero escucharon con atención y gozo lo que él Maestro les compartía acerca de las Escrituras. Su mensaje fue que “era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria”, cosa que les demostró con las Escrituras de Moisés y los profetas.

Cuando llegaron a Emaús los dos discípulos insistieron en que permaneciera con ellos, así es que así lo hizo mas  “estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. / Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.” Inmediatamente se levantaron y volvieron a Jerusalén contando a los apóstoles reunidos “las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.”

En ese preciso momento, dice el Evangelio “Jesús se puso en medio de ellos”. Otras versiones traducen: de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos” (Nueva Traducción Viviente NTV), “Jesús se les apareció” (Palabra de Dios para todos PDT), “cuando Jesús se presentó en medio de todos” (Traducción en lenguaje actual TLA), “se presentó en medio de ellos” (Nácar Colunga NC). Jesús apareció de pronto en medio de Sus discípulos, o se presentó en medio de ellos. Las dos formas de registrar el hecho están hablando de una entrada repentina, sin haber el traslado que implica siempre que alguien se acerque a un lugar. ¿Significa esto que Jesús no estaba en ese lugar antes y que llegaba recién allí? ¿O sencillamente es que está apareciendo a los ojos de los discípulos para ser visto por ellos? No es que Él de pronto esté y luego no esté, Él siempre está. Jesús Resucitado sólo desaparece de nuestra vista cuando no queremos o no podemos verlo, a consecuencia de nuestro pecado e incredulidad.

El saludo judío es “Shalom alejem”, paz a vosotros. En los labios del Resucitado estas divinas palabras adquieren otra connotación. Él está entregando la Paz de Dios a Sus seguidores. Los cristianos al ser perdonados por nuestros pecados comenzamos a experimentar una profunda paz, la de ser limpiados y aceptados por Dios como hijos Suyos.

Ellos estaban atemorizados por esta “aparición”. Como en nuestra época, en que también hay quienes creen en fantasmas, duendes, muertos aparecidos, etc., también en esos años la ingenuidad e ignorancia de los discípulos los hacía reaccionar con miedo y pensar que era algo maligno lo que estaban viviendo. Pero también pudo ser por el temor natural que tenemos hacia cualquier fenómeno desconocido. Es la reacción que los cristianos podemos tener cuando ocurre una manifestación sobrenatural en nuestras iglesias.

¿Cuál es la naturaleza de Jesús, el Resucitado?

Los discípulos pensaban que veían un espíritu pero no era así. Jesús Resucitado quiso explicarles cuál era y es Su nueva naturaleza. No es un ser humano como nosotros ni tampoco es un espíritu sin cuerpo. Les dice:

a)      “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy.” Tenía el mismo aspecto visual que cuando estaba vivo en la Tierra.

b)      “Palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”  Al tacto también tenía corporalidad.

c)      “Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.”  , incluso pudieron palpar sus heridas en pies y manos, como lo declara otro evangelio: “26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.  / 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. / 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!  / 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (San Juan 20:26-29)

d)     “Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?  / Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.  / Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” Lo más sorprendente es que este cuerpo que puede aparecer y desaparecer, atravesar paredes, estar en distintos lugares a la vez, más otras características, además pueda comer.

El cuerpo de Jesús Resucitado es un cuerpo glorificado, como el que tendremos después de nuestra resurrección y transformación: “51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, / 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51,52)

La naturaleza de Jesús, el Resucitado, se caracteriza porque: 1) Conserva el aspecto visual del ser humano; 2) Posee un cuerpo palpable; 3) Conserva las marcas de la cruz; 4) Puede alimentarse. Estas son las propiedades del cuerpo glorificado del Señor, las mismas que tendrán todos los cristianos que resuciten a Su regreso.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿En qué situaciones ha sentido más fuertemente la presencia del Señor en su vida?
2)      ¿Cuál es la enseñanza que le deja el camino de los discípulos en camino a Emaús?
3)      ¿Por qué Jesús aparecía a los discípulos sólo a veces?
4)      ¿Qué Escrituras decían que era necesario que el Cristo padeciera y que entrara en la gloria de Dios?
5)      ¿Qué importancia tiene para usted la Santa Cena?
6)      ¿Cómo ha vivido usted y su Iglesia esta Semana Santa?
7)      ¿Desaparece Jesús de nuestra vida?
8)      ¿Cuál es el significado más profundo del saludo de Jesús Resucitado: Paz a vosotros?
9)      ¿Qué sentido tiene la resurrección corporal; no sería más espiritual sólo una resurrección del alma?
10)  ¿Cómo será nuestra vida en la eternidad, de acuerdo a lo aprendido en este sermón?
11)  ¿Cree usted en la existencia de fantasmas, espíritus, muertos vivientes, duendes u otras entidades y cómo lo fundamenta bíblicamente?
12)  ¿La aparición repentina de Jesús significa que no estaba en ese lugar antes y que llegaba recién allí?
13)  ¿Qué manifestaciones sobrenaturales ha presenciado en la Iglesia o en otros lugares?
14)  ¿Qué apariencia tendrá Jesucristo cuando regrese a la Tierra?
15)  ¿Cómo serán nuestros cuerpos y qué funciones podrán ejercer cuando resucitemos?
16)  ¿Qué actitud debemos guardar frente a fenómenos sobrenaturales?
17)  ¿En qué consistirá la transformación que experimentarán los cristianos en la resurrección de los muertos, a la venida del Señor?



domingo, 5 de abril de 2020

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!


MENSAJES DE SEMANA SANTA
DOMINGO DE RAMOS (6)


Pensaba Jesús que era el Mesías de Israel? - EDF Apologética Cristiana



¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! [1]

© Pastor Iván Tapia

“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.”
Zacarías 9:9

“1 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, / 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. / 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. / 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. / 5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? / 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. / 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.”
San Marcos 11:1-7

“Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. / Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
San Mateo 21:8,9

“37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, / 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! / 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. / 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.”
San Lucas 19:37-40

“16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.”
San Juan 12:16


Y
a conocemos el relato de Jesús entrando en Jerusalén montado en un asno y una multitud aclamándolo como Rey. Si esto sucediera hoy en nuestras calles, serían poquísimos los que acudirían a aplaudirlo y gritar “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Tal vez, por la cuarentena, nadie habría en las calles, salvo algunos policías o militares patrullando. Pero el caso es que este maravilloso acontecimiento que recordamos hoy, sucedió hace veintiún siglos atrás en Judea, una provincia del imperio romano y era la expresión de un pequeño grupo étnico y religioso bien controlado por el poder de Roma.

Pero pongámonos en el caso de vivir en aquella época y estar imposibilitados de salir de casa porque nos encontramos enfermos en cama, o porque somos sirvientes de una familia judía y no nos es permitido abandonar nuestra labor, o porque estamos sacando agua de un pozo y no podemos dejar allí las vasijas y las ovejas para ir a ver al Maestro. Cualquiera fuese nuestra situación, hemos oído hablar de este rabí que hace milagros, que enseña una doctrina nueva basada en el amor a Dios y al prójimo y que es seguido por una gran cantidad de discípulos. ¿No será éste el Mesías prometido por tanto tiempo por los profetas de las Escrituras? Quizás sea éste el Redentor que nos librará del yugo opresor del Imperio… Queremos conocerle, verlo de cerca, escucharlo y tocar su manto para ser liberados de todo cuanto nos tiene inmovilizados. Nuestro corazón añora conocer al Cristo ¿No estaríamos tristes de no poder acercarnos a Él, aunque fuera sólo para verle pasar en su asno, camino a la victoria en Jerusalén? Seguro que sí.

Sabemos que Jesús entró en la ciudad, se dirigió al templo, allí desbarató las mesas de los que comerciaban con la fe del pueblo, los cambistas de monedas, y habló duro a los fariseos, saduceos, escribas y maestros de la Ley, tratándolos de hipócritas pues tenían una religión que era sólo apariencias de servir a Dios. ¿Les parece conocido? Pronto, llegada la fecha tradicional judía de celebración de la Pascua, es decir el recordatorio de su salida de la esclavitud en Egipto hacía 1.500 años antes, Jesús y Sus apóstoles hicieron la comida ritual en un cenáculo, el Seder Pésaj, donde él les habló acerca del sacrificio que haría por la Humanidad pecadora y les ordenó que celebraran en el futuro esta liberación comiendo del pan y bebiendo del vino con fe en que estos son Su Cuerpo y Su Sangre. El resto de la historia es conocida por todos nosotros y la escucharemos repetidas veces durante esta semana que comienza.

Debo decirles que para los cristianos es un tiempo de gran espiritualidad y el más importante del año, pues en estos días recordamos a Aquél que vivió, murió y resucitó por nosotros. Usted puede creer o no creer, puede considerar que es una fábula o una tradición de gente religiosa, que esto no tiene base científica o histórica, puede pensar que es una fecha como cualquiera, un feriado para disfrutar en familia… Pero en verdad los cristianos llevamos veintiún siglos celebrando, recordando, reflexionando, meditando, leyendo y orando sobre el profundo significado de estas fechas. Sucedieron los acontecimientos en el mes de Nisán según el calendario hebreo. La fecha de Semana Santa cambia cada año porque ellos usaban un calendario lunar y en la actualidad nuestra cultura occidental utiliza un calendario solar. La Iglesia debe ubicar cada año en su calendario litúrgico la fecha exacta de esta semana.

Estamos en casa por efecto de la plaga que asola el planeta. Dios nos ha vuelto a las casas, no sólo para que nos defendamos del virus y podamos compartir en familia, sino también para que hagamos una introspección, cómo ha transcurrido nuestra vida, qué tan buenos o malos hemos sido, qué sentido tiene tanto afán en este mundo… Quiéralo o no usted está enfrentado ahora, en la restricción de sus movimientos, a pensar y meditar sobre su relación con la vida y con Dios.

Muchas personas hoy día quieren prescindir de Dios, la fe, la Iglesia, la Biblia y todo lo que les recuerde la religión cristiana. Incluso hay quienes rechazan todo tipo de religión, pues las consideran abusivas y una esclavitud mental. No se dan cuenta que en el ser humano hay una dimensión espiritual, que somos más que cuerpo y mente, que no somos sólo materia. Si así fuera no se explicarían las creencias que la Humanidad ha tenido a través de toda su historia, desde las tribus más primitivas hasta las grandes civilizaciones. Desde la Prehistoria hasta hoy el ser humano no ha dejado de creer y relacionarse con un mundo invisible que está más allá de nuestros ojos y nuestro entendimiento. Dios es real. La Biblia define la fe como “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. No se avergüence de creer en un Ser Superior Invisible y en una vida eterna más allá de estos pocos años que vivimos en esta tierra. Si creemos en el virus invisible que produce esta enfermedad mortal que nos acecha, ¿Cómo no habremos de creer y confiar en un Creador Todopoderoso que no vemos pero sí podemos contemplar Su maravillosa obra creativa en todo el universo?

No importa ahora que no podamos ver con nuestros ojos, palpar con nuestras manos y escuchar con nuestros oídos la voz de Jesús montado en un borrico camino a Jerusalén, como lo hicieron los apóstoles y un puñado de seguidores del Maestro. Somos más afortunados que ellos porque hoy podemos ver, escuchar y tocar al Hijo de Dios con nuestro espíritu. Al orar que es lo mismo que conversar con Dios entramos en contacto espiritual con Jesús, este Ser Eterno; al alabar y adorar al Señor experimentamos el mismo gozo que hace siglos experimentaron esas gentes; al meditar en Él podemos verlo con los ojos del espíritu y sentir plenamente Su Presencia en nosotros; al leer el Evangelio entramos en contacto con el pensamiento de Jesús, son las palabras pronunciadas por Él y registradas por los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan; cuatro versiones para que no cupiera duda de la veracidad de Sus hechos, palabras y existencia. ¿No es esto razonable y hasta científico?

Queridos hermanos y amigos: Esta será una Semana Santa diferente pero tal vez más espiritual. Los que acostumbraban acudir al templo para las distintas celebraciones tendrán que hacerlo en sus hogares mirando una pantalla de televisión o computador. No podrán saludar con un apretón de manos ni abrazar a sus hermanos en la fe. No podrán recibir de manos de un ministro la Cena del Señor o Eucaristía… Todo será diferente. Sin embargo todos por medio de la fe podremos estar con Dios, conversar con Él y escuchar Su Palabra, y llegado el momento tomar pan y vino, pedir la bendición de Dios y participar en casa del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Algunos dirán que es una “iglesia virtual”; yo digo que es la Iglesia espiritual que Dios siempre ha querido, un pueblo sencillo que vive la fe primero en su hogar.

Estas circunstancias que estamos viviendo han sido permitidas por Dios para que todos crezcamos en espiritualidad y fe. Para todo creyente es una oportunidad de crecer en su fe y amor a Jesús. Y para los que hasta ahora se han opuesto a la fe o han sido indiferentes a ella, para que consideren la posibilidad de abrir un ámbito más en sus vidas, aparte de lo corporal e intelectual, abrir una puerta hacia el mundo espiritual y ver a este Maestro sabio y humilde, lleno de amor verdadero, pasar montado en su asno, camino a la cruz.

“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”

Tres cosas podemos aprender del relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén:

1.      La humildad de Jesús, que siendo Dios mismo, Rey de la creación, Dueño del universo, no ingresó en la Ciudad Santa con boato ni haciendo ostentación de poder y riquezas, sino con sencillez montando un humilde asno. La Biblia dice de Él que:

“6…siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:6-8)

2.      La adoración de Jesús, expresada espontáneamente por la multitud no fue rechazada por Él sino por el contrario aseguró que si ellos callaban, las piedras clamarían. A Dios no le desagrada que reconozcamos Su poder, sabiduría y misericordia, pero que lo hagamos con sinceridad y en el espíritu, como señala el Evangelio:

“23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.  / 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (San Juan 4:23,24)

3.      La victoria de Jesús, quien sabe con anticipación que su entrada en la ciudad será la culminación de Su misión en esta tierra; sabe que será traicionado por uno de Sus discípulos, negado por otro, abandonado de todos, juzgado, condenado, escarnecido, torturado y muerto en una cruz. Todo ello desde el punto de vista humano parecería una completa derrota, pero en verdad esa será, es y fue Su victoria, pues en la cruz Jesucristo murió por cada ser humano pecador, allí derrotó a la muerte y a Satanás, lo cual quedó comprobado en Su resurrección tres días después. Desde siempre Jesús sabía que debería ser levantado en una cruz para vencer al diablo:

“12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? / 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. / 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, / 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan 3:12-15)


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Qué experiencias tiene usted manifestando su fe en lugares públicos de la ciudad?
2)      ¿Cree que la Iglesia debe llevar a las calles el mensaje del Evangelio?
3)      ¿Cómo está viviendo la cuarentena?
4)      ¿Cuál era la situación del pueblo judío en el Imperio Romano?
5)      ¿Cómo se enteraba la gente de la existencia de Jesús en su época?
6)      ¿Qué profetas hablaron de la venida de un Mesías a Israel?
7)      ¿Qué es a su juicio “conocer” a Cristo?
8)       ¿Cuáles fueron los principales hechos ocurridos después de la entrada de Jesús en Jerusalén?
9)      ¿En qué contexto estableció Jesucristo la Santa Cena o Eucaristía?
10)  ¿Es importante para los cristianos la Semana Santa y por qué?
11)  ¿Qué sentido tienen para los creyentes las situaciones que está viviendo hoy el mundo?
12)  ¿Por qué hoy día hay personas que quieren prescindir de Dios, la fe, la Iglesia, la Biblia y todo lo que sea religión?
13)  ¿Qué aporta la religión, fe o creencia a la persona?
14)  ¿Es racional creer en un Ser Superior Invisible y en la vida eterna?
15)  ¿Qué diferencias hay entre la relación que tuvieron los apóstoles con Jesús y la que tenemos nosotros con Él?
16)  ¿Cómo se da la relación con Jesús en la oración, la alabanza, la adoración, la meditación y la lectura del Evangelio?
17)  ¿En qué circunstancias puede una familia celebrar la Santa Cena en el hogar?
18)  ¿Qué oportunidad puede dar la Iglesia en esta Semana Santa a aquellas personas que se han opuesto a la fe o han sido indiferentes a ella?
19)  ¿Qué enseñanzas nos entrega el relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén?


[1] Mensaje entregado durante la cuarentena por pandemia del covid-19 en el año 2020.

lunes, 15 de abril de 2019

ALFOMBRA ROJA PARA UN REY.

MENSAJES DE SEMANA SANTA
DOMINGO DE RAMOS (5)
ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN.

 

© Pastor Iván Tapia 

“28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. / 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, / 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. / 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. / 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. / 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? / 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. / 35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. / 36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. / 37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, / 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! / 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. / 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.”
San Lucas 19:28-40

 

E
l Maestro se dirigió con Sus discípulos a la Ciudad Santa de Jerusalén. Al llegar al monte de los Olivos, le pidió a dos de ellos que le trajeran un asno que estaba atado a la entrada de la aldea que tenían enfrente. Este monte fue visitado frecuentemente por Jesús: Desde él contemplaría la ciudad y sabiendo la suerte que ésta iba a sufrir, lloró sobre ella; sentado en él, anunció la destrucción del magnífico Templo y de la ciudad; también, después de celebrar Su última Pascua, se retiraría a orar al monte de los Olivos. Ahora, desde ese monte descendería para recibir las aclamaciones de la muchedumbre.
 

¿Cómo entró Jesús en Jerusalén? 

1. Montado en un pollino.

“28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. / 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, / 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. / 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. / 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. / 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? / 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.” (San Lucas 19:28-34) 

Un pollino es un asno joven. El Maestro les ordena a estos dos discípulos ir a una aldea que tienen enfrente y a la entrada de ella encontrar atado ese pollino, destacando que en él “ningún hombre ha montado jamás”. Era necesario que para la entrada triunfal del Rey de reyes en la ciudad de Jerusalén, entrara montado en un asno virgen. Esto obedece a dos razones: 1) Jesús no era un general entrando en un brioso caballo en la ciudad, sino un Príncipe de Paz montado sobre un humilde burro; y 2) Se debía cumplir la profecía de Zacarías. 

“9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías 9:9)

El Señor les dio instrucciones de desatar el pequeño asno y llevárselo a Él. También les dijo que si alguna persona preguntaba por qué hacían eso, simplemente le respondieran: Porque el Señor lo necesita. El asno en oriente siempre tuvo el lugar que el caballo ha tenido en Europa; era considerado un animal mucho más noble e inteligente; muy valorado y bien tratado, lo usaban tanto hombres como mujeres y para transportar cargas; los había domésticos y salvajes. En este caso era un asno doméstico, que esperaba humildemente una tarea magna como fue ser montado por el Señor Jesucristo.  

Pongámonos por un instante en el lugar de ese animal, sin cumplir aún tarea alguna y atado inútilmente a una vara. ¿No quiere todo ser humano cumplir, aunque sea una vez en la vida, un rol trascendental para la sociedad? Este pollino tuvo su minuto o su hora en que fue desatado de su condición para ser llevado a la presencia del Señor y servirle en una gran tarea: Conducir en sus lomos al Salvador del mundo. Seguramente Dios tiene también para usted como para mí, ese minuto, esa hora, esos días o esos años, no importa cuánto tiempo, en que habrá de servirle en Su misión trascendente y eterna.  

La gran misión de Jesucristo fue y es la salvación de las almas perdidas. Él realizó esta misión muriendo en la cruz y resucitando al tercer día, pero sigue cumpliéndola por medio del Espíritu Santo cada vez que alguien testifica de Él y Su Evangelio, sea con palabras u obras, para que los perdidos lo encuentren y se vuelvan a Él. Digo “perdidos” en el sentido de almas extraviadas que necesitan encontrar el camino hacia Dios. En algún momento Jesús nos requerirá, mandará a buscarnos y nos desatará como al pollino, porque el Señor nos necesita.
 

2. Pisando mantos y palmas.

“35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. / 36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. / 37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, / 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” (San Lucas 19:35-38) 

Así fue que esos dos discípulos trajeron el burrito al Maestro. Le pusieron unas mantas al lomo, para que el Señor cabalgara cómodo y con dignidad, y le ayudaron a montarlo. La gente, a medida que el Señor iba pasando ante ella, ponía mantos en el camino. Era como es hoy para las grandes estrellas del espectáculo, para los reyes y gobernantes, poner la “alfombra roja”. Es algo especial que indica que aquella persona es tan importante que no debe pisar directamente el suelo sino que algo tan elegante, blando y hermoso como una alfombra roja. Nuestro Señor indudablemente se merecía y merece aquello. Nosotros no somos dignos de pisar una alfombra roja, pero el Señor sí lo merece. No quiero decir con esto que Él sea como una de esas estrellas del cine –sería un comentario frívolo- pero sí es el más importante gobernante del universo, pues Él es el Señor, el Hijo de Dios, Dios mismo encarnado. Y estaba aquí, en este mundo, entrando en la ciudad más importante del planeta, Jerusalén. ¡No podía ser de otro modo Su entrada! 

Cercanos a la bajada del monte de los Olivos, toda la gente que le seguía y aclamaba feliz, comenzó a alabar a Dios en voz alta y algunos muy emocionados hasta gritaban los maravillosos hechos del Señor que habían visto durante el ministerio de Jesús: Las curaciones milagrosas, las multiplicaciones de pan, la resurrección de Lázaro y la del hijo de la viuda, en fin como Dios se había manifestado en Jesús. Para ellos era el Mesías prometido. Por eso gritaron a voz en cuello: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! 

Este primer día de Semana Santa, la Semana Mayor celebrada por la mayoría de los cristianos a través de los siglos, se recuerda este magnífico hecho que fue la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, antes de la Pascua o celebración del Seder Pesaj. Es lo que suele llamarse “Domingo de Ramos” pues, como cuenta el Evangelio, “tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (San Juan 12:13) 

Los cristianos seguimos aclamándole de ese modo, con o sin hojas de palmas, pero con todo nuestro corazón a Él, porque es nuestro Salvador, nuestro Señor, el Dueño de nuestras vidas, el Rey que entró como un general victorioso en Jerusalén y luego de Su resurrección, ascendió en victoria sobre la muerte, el pecado y el diablo, a los cielos, donde fue entronizado para eternidad. ¡Únase usted también a esta multitud que le aclama como Señor! 

La alabanza, la aclamación, la adoración a Dios en la Persona de Jesucristo, no debe ser sólo un rito, ni tampoco algo que se realiza por tradición en Semana Santa. En verdad es una actitud, un sentir, una convicción y una práctica permanente en el cristiano. Hay muchas formas de alabar y adorar a Dios; en los Salmos usted puede encontrar esas diversas maneras de hacerlo. No importa cómo lo haga sino que lo haga y con profunda sinceridad. El Rey se lo merece y a Él le agrada, como se lo manifestó a la mujer samaritana: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” (San Juan 4:23 

Diga con toda la cristiandad: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Indudablemente Jesús trajo y sigue trayendo gran paz a las conciencias con Su perdón y a las almas con Su Espíritu: la paz de Jesús es inefable. Por fin cielo y tierra se pusieron en paz a causa de la redención obrada por el Salvador. Hay gloria en los cielos con el triunfo de Jesús.
 

3. Aclamado y criticado.

“39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. / 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.” (San Lucas 19:39,40) 

Y como nunca faltan los criticones, algunos fariseos que consideraban una blasfemia que así se tratara a este rabí, le dijeron a Jesús que reprendiera a los que así le aclamaban. Para la mayoría de los judíos, y en especial los maestros de la Ley, escribas y sacerdotes, los de las sectas judías fariseos o saduceos, la proclamación de Jesús como el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, era abominable, ya que ellos no veían en Jesús a ese Ungido de Jehová, del cual las profecías decían:  

“Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Daniel 7:14) 

De las visiones proféticas el pueblo prefería la más gloriosa, los fariseos a un gran legislador que impusiera la Ley, los zelotes a un guerrero y los esenios a un sacerdote con ideas nuevas. Este Jesús de origen humilde, de bajo perfil, pacífico, sin legalismos y amoroso, no era respetable para la mayoría, sino algo más bien curioso. 

A la observación de los fariseos, Jesús respondió con ese modo tan frecuente en Él, un tanto irónico y metafórico: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Es imposible callar el Evangelio, acallar a aquellos que han encontrado la Verdad, tapar la luz poderosa del Señor que se filtra inevitablemente por cada rendija de la vida de los cristianos. Literalmente, hasta el día de hoy hasta las piedras hablan; en los muros de nuestras ciudades y cuando viajamos por las carreteras, vemos piedras en las que un creyente ha escrito una frase bíblica o algún grafiti que nos desafía a buscar a Dios. 

CONCLUSIÓN.

Jesús tuvo una entrada triunfal en Jerusalén, como un Rey victorioso que venía a completar Su misión y a establecer Su Reino en los corazones de muchos hombres y mujeres. Concretamente entró: 1) Montado en un pollino o cría de asna; 2) Pisando mantos y palmas; y 3) Aclamado y criticado. Estos tres aspectos nos enseñan que: 1) Debemos, como el pollino, esperar el momento en que Él nos usará para Su obra magna; 2) Jesús se merece nuestra alabanza y adoración, como el mejor Rey debe tener Su alfombra roja; y 3) Siempre habrá críticas, mas si callamos las piedras hablarán.
 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Ha establecido Jesús Su Reino en su espíritu, alma y cuerpo?

2)      ¿Cuáles han sido las mayores victorias en su vida?

3)      ¿Qué aspectos debe completar el Señor en esta Iglesia?

4)      ¿Cómo se puede establecer el Reino de Dios en los corazones de los discípulos?

5)      ¿Qué significa que Jesús entrara a Jerusalén montado en un burrito?

6)      ¿Siente que Dios le está  usando para Su obra?

7)      ¿Por qué la Iglesia acostumbra alabar y adorar a Dios?

8)      ¿Cómo se explica la metáfora de la alfombra roja?

9)      ¿Qué sucederá si los cristianos callan el Evangelio?

10)  ¿Qué hechos de Jesús se relacionaron con el monte de los Olivos?

11)  ¿Qué propósitos tiene para esta Semana Santa?


domingo, 25 de marzo de 2018

ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN.


MENSAJES DE SEMANA SANTA
DOMINGO DE RAMOS (4)
 

 “12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, / 13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! / 14 Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: / 15 No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna. / 16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.”
San Juan 12:12-16 

 

I
srael desde antaño esperaba un Salvador, Mesías o Cristo. Los profetas lo habían anunciado con mucho detalle. Sin embargo la imagen que el pueblo tenía de ese Mesías no era la del Siervo sufriente del cual se dice: “5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. / 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:5,6).  

Lo que en verdad esperaba Israel y aún espera, es un libertador poderoso: “2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. / 3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. / 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.” (Isaías 2:2-4 

Los sacerdotes y maestros de la Ley, los fariseos y saduceos, en su mayoría no creyeron en Jesús. Sí lo hizo el pueblo, sencillo y sufriente, necesitado de una fe real y de un mensaje de amor y reconciliación con Dios. El Evangelio del Reino predicado por Jesús trajo esperanza a los pobres, los enfermos, los olvidados de la sociedad, los oprimidos por el diablo: “18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; / 19 A predicar el año agradable del Señor.” (San Lucas 4:18,19) 

En el punto álgido de Su ministerio, el Maestro subió a la ciudad de Jerusalén con Sus discípulos. La entrada de Jesús fue la de un verdadero rey. Así se iniciaría el desenlace de Su vida y obra en esta Tierra. En este pasaje se revela Jesucristo como nuestro Salvador. La Iglesia celebra este acontecimiento en el domingo que inicia la Semana Santa, el “domingo de ramos” 

¿Cómo se presenta Jesucristo en Su entrada triunfal a Jerusalén? 

1.      El Salvador de multitudes.

“12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén” (San Juan 12:12) 

¿Qué fiesta se celebraba en Jerusalén cuando llegó Jesús y Sus discípulos? El mismo Juan lo anota: “1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.” (San Juan 12:1) 

El término “pascua” deriva del hebreo pesach, “pasar por alto” o “pasar de”, basado en el texto que dice: “12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. / 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.” (Éxodo 12:12,13) 

La Pascua fue instituida por Dios con el fin de conmemorar la liberación del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto: “4 Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos: / 5 En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová. / 6 Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. / 7 El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. / 8 Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.” (Levítico 23:4-8) 

Esta fiesta en tiempos de Jesús implicaba una peregrinación a la Ciudad Santa Jerusalén. Llegaban a ella grandes multitudes para celebrar ese gran festival espiritual. El cordero pascual era apartado el 10 de abib (abril) y examinado posteriormente hasta el día 14, antes de matarlo. Al mismo tiempo que la gente llevaba sus corderos para el sacrificio Pascual a ser examinados por los sacerdotes, Jesús, el Cordero de Dios comparecía ante los líderes religiosos y políticos para pasar su examen. Desde el 15 al 22 de abib  no se comía pan que tuviera levadura.  

Jesucristo es Salvador de multitudes. Muchos se convertirán a Jesucristo, a través de las edades, y pondrán sus vidas bajo la voluntad del Rey de Reyes.
 

2.      El Salvador digno de alabanzas.

 “13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (San Juan 12:13) 

¿Qué significa “hosanna”? La palabra significa “¡Salva ahora!” o “¡Te rogamos que salves!” y fue la aclamación de la gente cuando Jesús hizo Su entrada triunfal en Jerusalén. Según la tradición judía, se recitaba: “24 Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él. / 25 Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. / 26 Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos.” (Salmos 118:24-26). Originalmente, tenía el sentido de una súplica, pero, como lo muestra el contexto de los Evangelios, vino a ser una exclamación de gozo y esperanza. 

La multitud agitaba palmas en sus manos, recibiendo al Hijo de Dios. Las palmeras simbolizaban la victoria y la paz, que eran el mensaje que Jesucristo traía a Jerusalén: Vencería al mal en la cruz y daría la paz del perdón a todo aquél que creyese en Su sacrificio. 

Jesucristo era bendecido por la multitud, como hoy le bendice la Iglesia y es bendecido en los cielos: “12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apocalipsis 7:12). Es bendecido y reconocido como el Mesías enviado de Dios, el Rey de Su pueblo: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” 

Jesucristo es el Salvador digno de alabanzas. La gran obra redentora de Jesús y Su magnificencia le hacen merecedor de toda adoración.
 

3.      El Salvador humilde.

“14 Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: / 15 No temas, hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna.” (San Juan 12:14,15) 

El tiempo del hombre no siempre es el tiempo de Dios. La madre de Jesús, en las bodas de Caná, quiso que el hiciera un signo de Su poder cuando todavía no era el momento de hacerlo, y la respuesta de Jesús fue: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.” (San Juan 2:4). Los discípulos querían que Él se manifestase al mundo y Su reacción fue: “Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.” (San Juan 7:6). 

Si antes de Su entrada en Jerusalén Jesús había reusado ser tratado como un rey, ahora sí había llegado el tiempo de cumplir la profecía: “24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.” (Daniel 9:24) 

550 años antes de Jesús, el profeta había escrito: “9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías 9:9). Ahora se cumplía esa profecía con exactitud: El Rey de Reyes entraba en la Ciudad Santa con la alegría del pueblo y sus gritos jubilosos, montado sobre un burrito y no sobre un brioso corcel, como lo hacían los grandes monarcas y conquistadores. Esto es porque Jesucristo es un Rey de Paz, un “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6) 

Israel anhelaba al Mesías que los liberara del poder aplastante del Imperio Romano. En especial los del partido zelote, esperaban un Salvador guerrero, político, militar, que utilizara la fuerza; pero no ese Jesús humilde, suave y manso. El Hijo de Dios demostraría a la Humanidad un poder mayor que el de la violencia y la fuerza, el poder del amor nacido en el corazón de Dios. Humildemente aceptaría la injusta condena de los hombres y la justa y amorosa voluntad de Dios; en la cruz del Calvario, con valentía y amor, se ofrendaría como la Víctima expiatoria por los pecados de los hombres. 

Jesucristo es el Salvador humilde, el Cordero manso del Señor que ha venido a salvar a los pecadores.
 

4.      El Salvador esperado.

“16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.” (San Juan 12:16) 

Que una gran multitud de personas aclamara a Jesús al entrar a Jerusalén, que le vitorearan con ramas de palmeras y que salieran a recibirle clamando ¡hosanna!, no fue completamente comprendido por los discípulos de Jesús. No lograban en ese momento dimensionar la importancia y el significado del acontecimiento. Tampoco lo relacionaron de inmediato con las profecías. Recién lo hicieron después de que resucitara y ascendiera a los cielos. Era necesario que el Espíritu Santo se lo hiciera comprender. 

Jesucristo es el Mesías, el Salvador esperado, el Hijo de Dios, el Único que puede reconciliarnos con el Padre, el Deseado de todas las gentes: “6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;  / 7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Hageo 2:6,7)
 

CONCLUSIÓN.

Jesucristo, en el desenlace de Su ministerio, hace una entrada triunfal en la ciudad santa de Jerusalén. Del relato de San Juan se puede deducir que Jesucristo es: 1) El Salvador de multitudes, muchos se convertirán a Él y pondrán sus vidas bajo la voluntad del Rey; 2) El Salvador digno de alabanzas, la gran obra redentora de Jesús y Su magnificencia le hacen merecedor de toda adoración; 3) El Salvador humilde, es el Cordero manso del Señor que ha venido a salvar a los pecadores; y 4) El Salvador esperado, el Único que puede reconciliarnos con el Padre, el Deseado de todas las gentes.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Cómo fue la entrada triunfal de Jesucristo en mi vida?

2)      ¿Qué significa para mí la Semana Santa?

3)      ¿Qué desafío espiritual tengo para esta Semana Santa?

4)      ¿Cómo podría mi iglesia alcanzar multitudes?

5)      ¿De qué manera puedo recibir en este domingo de ramos a mi Salvador?

6)      ¿Por qué se dice que Jesús es “el Deseado de todas las gentes”?

7)      ¿Cómo puedo hacer participar a mi familia en esta Semana Santa?

8)      ¿Estoy testificando que Jesucristo es el Único Salvador esperado que puede reconciliarnos con el Padre?

9)      ¿Cómo estoy viviendo la humildad?

10)  ¿En qué aspectos de mi persona, Cristo está teniendo victoria?

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

  • Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
  • MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
  • (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
  • (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
  • “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
  • “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
  • Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
  • http://tomachosj.blogspot.cl/2012/11/la-pascua-era-otra-de-las-fiestas.html
  • Mensajero Luterano (1998) “Las Siete Fiestas del Señor” Iglesia Evangélica Luterana de la República de Chile.
  • http://www.diarioelcentro.cl/opinion/la-entrada-triunfal-de-cristo-en-su-corazon