domingo, 9 de abril de 2017

DISCÍPULOS DE JESUCRISTO, EL REY.





 
 
MENSAJES DE SEMANA SANTA

 

DOMINGO DE RAMOS (3)

Entrada triunfal en Jerusalén. 

 “1 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, / 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. / 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. / 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. / 5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? / 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. / 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. / 8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. / 9 Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! / 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”
(San Marcos 11:1-10)

 

B
etfagé se ubica en el Monte de los Olivos, en el camino de Jerusalén a Jericó, aproximadamente a un kilómetro de Jerusalén. Es cercana a Betania. Al acercarse Jesús y los Doce a la Ciudad Santa, Él envió a dos de ellos a la aldea más cercana. Encontrarían un pollino amarrado, es decir un asno joven y sin domar. El mismo Maestro señala esta característica del animal, jamás ha sido montado, lo cual implicaría que éste podría no aceptar que alguien subiera en sus lomos. Los discípulos tendrían que desatarlo y llevarlo a Jesús. Les indica que si alguna persona los detiene y pregunta por qué hacen eso, deberían decir porque “el Señor lo necesita, y luego lo devolverá.” Jesús no había tratado con anticipación el préstamo del burro. 

En este pasaje de la Escritura, Jesucristo se nos presenta como el Rey que viene a tomar posesión de Su Reino. Jerusalén es la capital de ese Reino. Así se cumple la profecía de Isaías: “10 Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos. / 11 He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra. / 12 Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.” (Isaías 62:10-12) La reacción de los discípulos como de la multitud que recibe a Jesús en Jerusalén, nos enseña sobre la correcta actitud que debemos tener frente a este Rey y Señor nuestro, como Sus discípulos. 

¿Cuál es la correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey? 

1.      Una actitud de obediencia a Su Palabra.

“1 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, / 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. / 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.” (San Marcos 11:1-3) 

Tal como les ordenó Jesús, lo hicieron estos discípulos. A esa altura del ministerio ellos habían aprendido la obediencia al Maestro. La sujeción al que nos enseña el Camino es esencial en la relación maestro-discípulo, para lograr un verdadero cambio. Si no somos sujetos al tutor, al pastor o líder, en fin al Cuerpo de Cristo, no estaremos viviendo en forma auténtica la sumisión al Señor que tanto pregonamos. Estos discípulos obedecieron a una orden simple: ir a buscar un burro a una aldea que no era la suya en una casa extraña, un animal que no les pertenecía.  

¿Cómo podía el Maestro encargarles que robaran un animal y se lo trajeran tan fácilmente? Si un pastor nos mandase hoy día algo así, de seguro que lo criticaríamos, cuestionaríamos su moralidad, pondríamos en tela de juicio su lucidez, visión, teología y autoridad. No haríamos lo que nos dice y quizás abandonaríamos su iglesia. Pero estos discípulos obedecieron fielmente, no cuestionaron porque confiaban en su Maestro, tenían fe en Él.  

La correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey es de obediencia a Su Palabra. 

2.      Una actitud de sumisión a Su autoridad.

“4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.” (San Marcos 11:4) 

Tal como el Señor les advirtió sucedió, pues Jesús es Omnisapiente; Él sabía que les preguntarían la razón de llevarse el animal. Aunque también era lo más probable que así sucediera. Haga la prueba usted de entrar a la casa de un vecino, sin pedir permiso y llevarse su perro. Lo más probable es que los dueños salgan persiguiéndolo no muy contentos. Dice el Texto que “Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.” Creo que este es un primer hecho milagroso en este relato. Con tan sólo decir “el Señor lo necesita, y luego lo devolverá” fueron tocados los corazones y convencidas las mentes de esos hombres y permitieron de inmediato que se llevaran al pollino.  

La correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey es de sumisión a Su autoridad.
 

3.      Una actitud de fe en Su Omnisciencia.

“5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? / 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. /7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.” (San Marcos 11:5-7) 

¡Ay, si los cristianos de hoy fuéramos más sumisos al Señor y mejor sujetos a los pastores, cuántos milagros sucederían! El problema es que nos falta espiritualidad y vemos muchas cosas desde el punto de vista material y pragmático, la mucha ciencia del mundo de hoy nos ha secado la fe. Pasamos todo por el cedazo de la mente y no permitimos que actúe la fe. Los discípulos fueron obedientes al mandato del Señor, hicieron tal como Él les ordenó, sin oposición, y el poder de Dios fluyó. Creyeron a Jesús aunque ello iba contra toda lógica humana. Es bueno ser lógicos en asuntos de la vida natural pero cuando se trata de las cosas del Reino es preciso superar la lógica y dar cabida a lo sobrenatural. 

La segunda parte del relato nos ofrece otro pequeño gran milagro. Le trajeron el pollino al Rabí Jesús, le cubrieron con unos mantos y Él se sentó sobre el burrito, el cual siendo un asno joven y sin domar, no tuvo conducta violenta ni rechazó el cuerpo del Maestro, como lo habría hecho cualquier animal de su condición. No siempre reparamos en este detalle. La autoridad de Jesucristo sobre cualquier animal, vegetal o elemento de la creación, Su creación, se demuestra una vez más aquí. Recordemos el caso de la higuera que no daba frutos y Él ordenó secarse, o la moneda para tributo encontrada en el vientre de un pez, o la tormenta aplacada, etc. Ante la presencia del Señor todos se someten, sean hombres, animales, seres vivos o elementos naturales. Su autoridad Divina produce calma, paz, tranquilidad.  

Quien tenga esa autoridad delegada por Dios también provocará el mismo efecto. Es una autoridad que no se puede crear humanamente, inventar, parodiar o teatralizar; sino que se deja ver en quien tiene una auténtica relación íntima permanente con Dios. Una rica vida devocional, una genuina fe y entrega al Señor producen en el cristiano la autoridad espiritual que domina el carácter propio, las reacciones de los demás y sujeta otras vidas al Cuerpo de Cristo. El Señor se sentó sobre este pollino, joven y sin domar, y dominó de inmediato su rebelde carácter animal. ¿No se dice de alguien porfiado que es como un burro?  

La correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey es de confianza o fe en Su Omnisciencia.
 

4.      Una actitud de adoración ante Su Majestad.

“8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino.” (San Marcos 11:8) 

Ya Jesús sentado sobre el pollino, se dispone a entrar en Jerusalén, cual lo haría un rey victorioso, dispuesto a tomarse la ciudad. Cumplíase así la profecía que dice: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías 9:9) Se reunió alrededor una multitud de pueblo que tendían mantos en el suelo para que pasara el Rey de Reyes sobre ellos. Otros cortaban ramas de los árboles propios de la región, sobretodo palmas y las tendían en el camino. Esta actitud de respetuoso fervor y reconocimiento hacia el Señor es la que todo cristiano debe tener siempre en la oración personal o comunitaria. Él merece ser adorado como un Rey, nuestro Rey Celestial. ¿Por qué habremos de dejar sólo a los ángeles y seres celestiales que le adoren en los cielos y nosotros permanecer indiferentes aquí en la Tierra? Con mayor razón debemos adorarle los humanos pecadores que hemos sido perdonados con tanta misericordia de Su parte. Él nos redimió, dio Su vida por nosotros a pesar de nuestra maldad. Se merece toda la gloria y la adoración de Su pueblo libertado. Esa entrada triunfal en Jerusalén es el preámbulo a Su victoria en la Cruz del Calvario.

La correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey es de adoración ante Su Majestad. 
 

5.      Una actitud de súplica ante Su Omnipotencia.

“9 Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! / 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (San Marcos 11:9,10) 

La multitud fervorosa gritaba “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” La expresión “hosanna” significa “Salva, te rogamos”. Implica pedir ser salvados ahora, es una petición de ayuda: “Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora.” (Salmos 118:25) Ellos gritaban así como una oración de súplica, para que el Mesías trajera la salvación a Israel. Probablemente ellos esperaban una liberación física, política, del imperio de Roma. ¡Cuán equivocados estaban en lo que esperaban! Nos hace pensar en aquellos hermanos e iglesias que esperan hoy día la salvación de la sociedad por medio de cambios políticos. Sería conveniente que escucharan la respuesta de Jesús a Poncio Pilatos: “Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” (San Juan 18:36) El Reino de Dios es el gobierno espiritual de los corazones humanos. Ese Reino llegaba a establecerse definitivamente en la Humanidad y era recibido con vítores. 

Cuatro exclamaciones se registran en el Evangelio de Marcos:

1.      “¡Hosanna!” Petición de salvación al Rey Salvador, Mesías (hebreo) o Cristo (griego).

2.      “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Es un Rey que viene en el nombre de Dios, con Su autoridad y atributos. Para los judíos el nombre es algo más significativo que para nosotros. No es una simple “representación” de alguien, sino que el nombre contiene toda la persona.

3.      “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!” Consideraban que venía en el nombre del rey David pues de hecho pertenecía a la casa de David, era descendiente de él. Al entrar Jesús en Jerusalén, entraba el reino de David.

4.      “¡Hosanna en las alturas!” La petición de salvación se eleva a los cielos, hasta Dios. Los cielos mismos pronuncian y ruegan ese “hosanna”. 

Las cuatro exclamaciones concuerdan y son el anhelo de Israel que quería ser liberada de la opresión tiránica de Roma, como también deseaba el cumplimiento de la profecía mesiánica. En cierto modo es también la exclamación de nuestros corazones al iniciar esta Semana Santa, que es el recordatorio o memorial de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Recordamos este domingo la entrada de nuestro Rey, Señor y Salvador a la ciudad que lo apresaría, condenaría a muerte, torturaría y clavaría en una cruz. Sabemos que esos hechos tan dolorosos serían necesarios para el lavamiento de nuestros pecados, el perdón y la salvación de las almas de quienes hemos creído en Él como Salvador y Señor de nuestras vidas.   

La correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey es de súplica ante Su Omnipotencia.

 

CONCLUSIÓN.

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén es la celebración de la venida de Su Reino a esta Tierra. Es el inicio de la Semana Santa con el llamado Domingo de Ramos. De este suceso podemos aprender cuál es la correcta actitud de un discípulo ante Jesucristo Rey, a saber: 1) Una actitud de obediencia a Su Palabra; 2) Una actitud de sumisión a Su autoridad; 3) Una actitud de fe en Su Omnisciencia; 4) Una actitud de adoración ante Su Majestad; y 5) Una actitud de súplica ante Su Omnipotencia.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Cuál es, a su juicio, la principal actitud que debe tener un discípulo?

2)      ¿Qué haría usted si un pastor o discipulador le ordenara algo descabellado?

3)      ¿Es más importante ser sumisos al Señor que sujetos a los pastores?

4)      ¿Cuál es la causa del actual deterioro de la fe?

5)      ¿Cómo se puede desarrollar la autoridad espiritual?

6)      ¿Es la adoración una tarea reservada sólo a los ángeles?

7)      ¿Cree que se puede alcanzar la salvación de la sociedad por medio de la participación política de los cristianos?

8)      ¿Qué pensaba y esperaba de Jesús la multitud que lo recibió en Jerusalén?

9)      ¿Por qué la multitud exclamó “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!”?

10)  ¿Qué es la Semana Santa y qué importancia tiene?

11)  ¿Qué petición le hará al Señor esta Semana?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

 

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