miércoles, 27 de marzo de 2013

MARTES SANTO.


 
Maldición de la higuera estéril

“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. / Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”
San Mateo 21:21,22

 
El domingo llamado “de ramos” fue la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, montado en un burrito. Allí entró Jesús en el templo y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, amonestándoles “Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” Luego salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí. En la casa de Lázaro fue ungido por su amiga María con perfume de nardos.

Al otro día, volviendo a la ciudad de Jerusalén, Jesús sintió hambre, tal vez porque habían partido muy temprano de Betania o porque no habían tomado desayuno.  Viendo una higuera cerca del camino, se acercó en busca de un fruto para comer y sólo encontró hojas en ella. Entonces le habló al árbol: “Nunca jamás nazca de ti fruto” y se secó la higuera.

Al ver esto sus discípulos se maravillaron, comentando entre ellos cómo es que se secó inmediatamente la higuera. Entonces el Maestro les dijo: “De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”

Jesús en su ministerio utilizaba distintas formas de enseñanza: las parábolas, las disertaciones acerca del Evangelio, los ejemplos tomados de la naturaleza y la vida cotidiana, los milagros y sanaciones. Pero también, al igual que los profetas, realizó las llamadas “acciones proféticas” que son actos que significan una enseñanza espiritual. La maldición de la higuera infértil es una de ellas.

Con esta acción profética el Señor quiere darnos a conocer lo que Dios espera de cada cristiano. Él desea que demos fruto, que seamos personas productivas y no sólo cristianas de nombre. El primer fruto a dar por una persona de fe es el desarrollo de las virtudes espirituales, lo que la Biblia llama el fruto del Espíritu, a saber: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Estas virtudes no se evidencian si no se traducen en obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, hospedar al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo, visitar al preso. Y los mejores frutos son almas rescatadas de las tinieblas y convertidas a Jesucristo, es decir hijos espirituales.

Pero a los discípulos les maravilló el acto mismo de su Maestro. Jesús aprovechó su admiración para enseñarles algo más sobre la fe.  Les dijo:

a)    “De cierto os digo” Cuando Jesús quiere resaltar un concepto, siempre inicia la enseñanza con estas palabras.

b)    “que si tuviereis fe, y no dudareis” La fe es una convicción sólida y firme dada por Dios. La verdadera fe no admite dudas. Por tanto cada vez que necesitemos ejercer fe frente a cualquier problema, debemos proponernos no dudar. En esos casos hay que rechazar toda racionalidad o prudencia humana y sólo creer.

c)    “no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.” Él nos promete que haremos cosas tan extraordinarias como las que Él hizo estando en la Tierra. Por eso los apóstoles pudieron hacer milagros y señales extraordinarias.

d)    “sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.” Nos enseña Jesús a orar de un modo diferente aquí, no es pedir a Dios que lo haga, sino ordenar en Su nombre que sea hecho.

e)    “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” Tremenda promesa para todo cristiano traen estas palabras. Si lo pedimos en oración con fe, lo recibiremos.

Queridos hermanos y amigos: Es mi anhelo que esta enseñanza pueda calar hondo en vuestras vidas y puedan todos crecer en fe y en oración. Que esta semana sea un tiempo de maduración espiritual para todos mis amigos, vecinos, hermanos y familiares. ¡El buen Dios del cielo les bendiga a todos!

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