domingo, 5 de abril de 2020

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!


MENSAJES DE SEMANA SANTA
DOMINGO DE RAMOS (6)


Pensaba Jesús que era el Mesías de Israel? - EDF Apologética Cristiana



¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! [1]

© Pastor Iván Tapia

“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.”
Zacarías 9:9

“1 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, / 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. / 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. / 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. / 5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? / 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. / 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.”
San Marcos 11:1-7

“Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. / Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
San Mateo 21:8,9

“37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, / 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! / 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. / 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.”
San Lucas 19:37-40

“16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.”
San Juan 12:16


Y
a conocemos el relato de Jesús entrando en Jerusalén montado en un asno y una multitud aclamándolo como Rey. Si esto sucediera hoy en nuestras calles, serían poquísimos los que acudirían a aplaudirlo y gritar “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Tal vez, por la cuarentena, nadie habría en las calles, salvo algunos policías o militares patrullando. Pero el caso es que este maravilloso acontecimiento que recordamos hoy, sucedió hace veintiún siglos atrás en Judea, una provincia del imperio romano y era la expresión de un pequeño grupo étnico y religioso bien controlado por el poder de Roma.

Pero pongámonos en el caso de vivir en aquella época y estar imposibilitados de salir de casa porque nos encontramos enfermos en cama, o porque somos sirvientes de una familia judía y no nos es permitido abandonar nuestra labor, o porque estamos sacando agua de un pozo y no podemos dejar allí las vasijas y las ovejas para ir a ver al Maestro. Cualquiera fuese nuestra situación, hemos oído hablar de este rabí que hace milagros, que enseña una doctrina nueva basada en el amor a Dios y al prójimo y que es seguido por una gran cantidad de discípulos. ¿No será éste el Mesías prometido por tanto tiempo por los profetas de las Escrituras? Quizás sea éste el Redentor que nos librará del yugo opresor del Imperio… Queremos conocerle, verlo de cerca, escucharlo y tocar su manto para ser liberados de todo cuanto nos tiene inmovilizados. Nuestro corazón añora conocer al Cristo ¿No estaríamos tristes de no poder acercarnos a Él, aunque fuera sólo para verle pasar en su asno, camino a la victoria en Jerusalén? Seguro que sí.

Sabemos que Jesús entró en la ciudad, se dirigió al templo, allí desbarató las mesas de los que comerciaban con la fe del pueblo, los cambistas de monedas, y habló duro a los fariseos, saduceos, escribas y maestros de la Ley, tratándolos de hipócritas pues tenían una religión que era sólo apariencias de servir a Dios. ¿Les parece conocido? Pronto, llegada la fecha tradicional judía de celebración de la Pascua, es decir el recordatorio de su salida de la esclavitud en Egipto hacía 1.500 años antes, Jesús y Sus apóstoles hicieron la comida ritual en un cenáculo, el Seder Pésaj, donde él les habló acerca del sacrificio que haría por la Humanidad pecadora y les ordenó que celebraran en el futuro esta liberación comiendo del pan y bebiendo del vino con fe en que estos son Su Cuerpo y Su Sangre. El resto de la historia es conocida por todos nosotros y la escucharemos repetidas veces durante esta semana que comienza.

Debo decirles que para los cristianos es un tiempo de gran espiritualidad y el más importante del año, pues en estos días recordamos a Aquél que vivió, murió y resucitó por nosotros. Usted puede creer o no creer, puede considerar que es una fábula o una tradición de gente religiosa, que esto no tiene base científica o histórica, puede pensar que es una fecha como cualquiera, un feriado para disfrutar en familia… Pero en verdad los cristianos llevamos veintiún siglos celebrando, recordando, reflexionando, meditando, leyendo y orando sobre el profundo significado de estas fechas. Sucedieron los acontecimientos en el mes de Nisán según el calendario hebreo. La fecha de Semana Santa cambia cada año porque ellos usaban un calendario lunar y en la actualidad nuestra cultura occidental utiliza un calendario solar. La Iglesia debe ubicar cada año en su calendario litúrgico la fecha exacta de esta semana.

Estamos en casa por efecto de la plaga que asola el planeta. Dios nos ha vuelto a las casas, no sólo para que nos defendamos del virus y podamos compartir en familia, sino también para que hagamos una introspección, cómo ha transcurrido nuestra vida, qué tan buenos o malos hemos sido, qué sentido tiene tanto afán en este mundo… Quiéralo o no usted está enfrentado ahora, en la restricción de sus movimientos, a pensar y meditar sobre su relación con la vida y con Dios.

Muchas personas hoy día quieren prescindir de Dios, la fe, la Iglesia, la Biblia y todo lo que les recuerde la religión cristiana. Incluso hay quienes rechazan todo tipo de religión, pues las consideran abusivas y una esclavitud mental. No se dan cuenta que en el ser humano hay una dimensión espiritual, que somos más que cuerpo y mente, que no somos sólo materia. Si así fuera no se explicarían las creencias que la Humanidad ha tenido a través de toda su historia, desde las tribus más primitivas hasta las grandes civilizaciones. Desde la Prehistoria hasta hoy el ser humano no ha dejado de creer y relacionarse con un mundo invisible que está más allá de nuestros ojos y nuestro entendimiento. Dios es real. La Biblia define la fe como “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. No se avergüence de creer en un Ser Superior Invisible y en una vida eterna más allá de estos pocos años que vivimos en esta tierra. Si creemos en el virus invisible que produce esta enfermedad mortal que nos acecha, ¿Cómo no habremos de creer y confiar en un Creador Todopoderoso que no vemos pero sí podemos contemplar Su maravillosa obra creativa en todo el universo?

No importa ahora que no podamos ver con nuestros ojos, palpar con nuestras manos y escuchar con nuestros oídos la voz de Jesús montado en un borrico camino a Jerusalén, como lo hicieron los apóstoles y un puñado de seguidores del Maestro. Somos más afortunados que ellos porque hoy podemos ver, escuchar y tocar al Hijo de Dios con nuestro espíritu. Al orar que es lo mismo que conversar con Dios entramos en contacto espiritual con Jesús, este Ser Eterno; al alabar y adorar al Señor experimentamos el mismo gozo que hace siglos experimentaron esas gentes; al meditar en Él podemos verlo con los ojos del espíritu y sentir plenamente Su Presencia en nosotros; al leer el Evangelio entramos en contacto con el pensamiento de Jesús, son las palabras pronunciadas por Él y registradas por los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan; cuatro versiones para que no cupiera duda de la veracidad de Sus hechos, palabras y existencia. ¿No es esto razonable y hasta científico?

Queridos hermanos y amigos: Esta será una Semana Santa diferente pero tal vez más espiritual. Los que acostumbraban acudir al templo para las distintas celebraciones tendrán que hacerlo en sus hogares mirando una pantalla de televisión o computador. No podrán saludar con un apretón de manos ni abrazar a sus hermanos en la fe. No podrán recibir de manos de un ministro la Cena del Señor o Eucaristía… Todo será diferente. Sin embargo todos por medio de la fe podremos estar con Dios, conversar con Él y escuchar Su Palabra, y llegado el momento tomar pan y vino, pedir la bendición de Dios y participar en casa del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Algunos dirán que es una “iglesia virtual”; yo digo que es la Iglesia espiritual que Dios siempre ha querido, un pueblo sencillo que vive la fe primero en su hogar.

Estas circunstancias que estamos viviendo han sido permitidas por Dios para que todos crezcamos en espiritualidad y fe. Para todo creyente es una oportunidad de crecer en su fe y amor a Jesús. Y para los que hasta ahora se han opuesto a la fe o han sido indiferentes a ella, para que consideren la posibilidad de abrir un ámbito más en sus vidas, aparte de lo corporal e intelectual, abrir una puerta hacia el mundo espiritual y ver a este Maestro sabio y humilde, lleno de amor verdadero, pasar montado en su asno, camino a la cruz.

“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”

Tres cosas podemos aprender del relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén:

1.      La humildad de Jesús, que siendo Dios mismo, Rey de la creación, Dueño del universo, no ingresó en la Ciudad Santa con boato ni haciendo ostentación de poder y riquezas, sino con sencillez montando un humilde asno. La Biblia dice de Él que:

“6…siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:6-8)

2.      La adoración de Jesús, expresada espontáneamente por la multitud no fue rechazada por Él sino por el contrario aseguró que si ellos callaban, las piedras clamarían. A Dios no le desagrada que reconozcamos Su poder, sabiduría y misericordia, pero que lo hagamos con sinceridad y en el espíritu, como señala el Evangelio:

“23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.  / 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (San Juan 4:23,24)

3.      La victoria de Jesús, quien sabe con anticipación que su entrada en la ciudad será la culminación de Su misión en esta tierra; sabe que será traicionado por uno de Sus discípulos, negado por otro, abandonado de todos, juzgado, condenado, escarnecido, torturado y muerto en una cruz. Todo ello desde el punto de vista humano parecería una completa derrota, pero en verdad esa será, es y fue Su victoria, pues en la cruz Jesucristo murió por cada ser humano pecador, allí derrotó a la muerte y a Satanás, lo cual quedó comprobado en Su resurrección tres días después. Desde siempre Jesús sabía que debería ser levantado en una cruz para vencer al diablo:

“12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? / 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. / 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, / 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan 3:12-15)


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Qué experiencias tiene usted manifestando su fe en lugares públicos de la ciudad?
2)      ¿Cree que la Iglesia debe llevar a las calles el mensaje del Evangelio?
3)      ¿Cómo está viviendo la cuarentena?
4)      ¿Cuál era la situación del pueblo judío en el Imperio Romano?
5)      ¿Cómo se enteraba la gente de la existencia de Jesús en su época?
6)      ¿Qué profetas hablaron de la venida de un Mesías a Israel?
7)      ¿Qué es a su juicio “conocer” a Cristo?
8)       ¿Cuáles fueron los principales hechos ocurridos después de la entrada de Jesús en Jerusalén?
9)      ¿En qué contexto estableció Jesucristo la Santa Cena o Eucaristía?
10)  ¿Es importante para los cristianos la Semana Santa y por qué?
11)  ¿Qué sentido tienen para los creyentes las situaciones que está viviendo hoy el mundo?
12)  ¿Por qué hoy día hay personas que quieren prescindir de Dios, la fe, la Iglesia, la Biblia y todo lo que sea religión?
13)  ¿Qué aporta la religión, fe o creencia a la persona?
14)  ¿Es racional creer en un Ser Superior Invisible y en la vida eterna?
15)  ¿Qué diferencias hay entre la relación que tuvieron los apóstoles con Jesús y la que tenemos nosotros con Él?
16)  ¿Cómo se da la relación con Jesús en la oración, la alabanza, la adoración, la meditación y la lectura del Evangelio?
17)  ¿En qué circunstancias puede una familia celebrar la Santa Cena en el hogar?
18)  ¿Qué oportunidad puede dar la Iglesia en esta Semana Santa a aquellas personas que se han opuesto a la fe o han sido indiferentes a ella?
19)  ¿Qué enseñanzas nos entrega el relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén?


[1] Mensaje entregado durante la cuarentena por pandemia del covid-19 en el año 2020.

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